Los indestructibles y la urgencia de un cambio de estrategia en la contienda política peruana

Es el momento de reconocer que las acciones que se han realizado para tratar de sacar de la contienda política a los candidatos más corruptos, ha fracaso. Todo lo que se hizo hasta ahora sólo sirvió para apuntalarlos e impulsarlos en su carrera hacia los cargos públicos más altos. Sus prontuarios han sido mostrados por todos los medios posibles y se ha puesto en evidencia su participación en actividades delictivas, sin embargo, nada parece detenerlos, se han vuelto indestructibles.

Estos indestructibles hacen gala su cinismo y de su poca consciencia al tratar de darnos lecciones de decencia o buen gobierno a pesar de su conocido prontuario. Esto gracias a sus medios de comunicación cómplices quienes los han convertido en líderes de opinión.

Así, siguen avanzando imparables porque ahora dominan la escena. Desde hace mucho tiempo han venido copando las instituciones públicas, medios de comunicación e instituciones de la sociedad civil, burlándose de nuestros discursos y pobre comprensión de la democracia. Nos hicieron el cuento; en nuestra propia cara, se apoderaron de las instituciones que sostienen todo régimen democrático, debido a que, seguramente, nunca supimos lo que realmente era democracia.



Ahora, al parecer, no hay manera de sacarlos y ponerlos donde deberían estar, en la cárcel. Están en todos lados reconocidos por nuestras instituciones como candidatos, como partidos o agrupaciones democráticas y, ahora, se muestran como las opciones políticas de mayor preferencia para las elecciones del 2016. Una verdadera amenaza para todos los peruanos que ya están sufriendo el embate de la delincuencia: sicariato, asaltos, guerra de bandas, etc.

¿Qué hacer ahora?
¿Seguir publicando sus prontuarios o seguir llamando a la población a que no vote por ellos? Ambas cosas, no funcionaron y no funcionarán, sobre todo si seguimos creyendo que gente tonta los elige.

Considero que, por un lado, hay que afinar o sincerar el lenguaje y, por el otro, hay hacerles sentir que son la opción más corrupta de la sociedad peruana; luchar con ellos, como se lucha contra la delincuencia. Además, hay que actuar y protestar con fuerza contra la incapacidad o complicidad de las instituciones que les han permitido presentarse como opciones políticas.

Es decir,

  1. Llamar o dejar en claro que, el que elige a un delincuente no es tonto, es tan delincuente como su candidato elegido. (Es el interés el principal impulsor de una preferencia, no la inteligencia). Son la materialización del crimen organizado, visibles y atrevidos.
  2. También, no discutir ni debatir con sus candidatos ni hacer alianzas con sus organizaciones, puesto que, un debate o una alianza, lo legitima. No hay que ponerse al nivel de los delincuentes ni mezclarse con ellos.
  3. Exigir al Jurado Nacional de Elecciones que revoque o anule las inscripciones de esas organizaciones que tienen evidentes intenciones de delinquir como el fujimorismo y el Alanismo. ¡Una acción inmediata!

Bien, estas propuestas son sólo algunas con las cuales es posible iniciar un cambio real.


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